Se suele decir que no hay castillo sin fantasma, pero a nosotros, que somos unos románticos empedernidos, nos gusta pensar que no lo hay sin una historia de amor de las que dejan huella. En este, situado en el punto más alto de Biarritz, las marcas del pasado podemos encontrarlas grabadas en la piedra, esculpidas o forjadas: M de Marthe, B de Boulart, C de Charles.